A diario nos encontramos con situaciones que ponen a prueba nuestra fe. Estas son ya parte del diario vivir y, por más "fuerte" que queramos o aparentamos ser, nadie está exento.
Dios permite situaciones adversas para aumentar nuestra fe y para mostrar Su gloria en y a través de nuestras vidas. El problema radica en que muchas veces cuando estamos en medio de la adversidad se nos olvida en quien hemos creído, que Dios está en control y que si somos Sus hijos todo obra para bien.
La Biblia está llena de ejemplos y testimonios de gente cuya fe fue probada, unos salieron victoriosos pero muchos sucumbieron ante la prueba. Creo que uno de los ejemplos más claros de qué tan fácil es desesperarse y perder la esperanza ante la adversidad está en Lucas 8.
En este pasaje vemos que Jesús tiene un propósito de mostrar Su gloria liberando a un hombre que llevaba años poseído por una legión de demonios. Para poder llegar adonde estaba el endemoniado le era necesario primero cruzar un gran lago y por eso le dice a Sus discípulos: ¡Vamos al otro lado!
En medio de esta travesía Jesús se duerme y de repente se desata una tormenta descomunal. Los discípulos, algunos de ellos pescadores profesionales, se asustan tanto que creen que sus vidas están en peligro. Llegan gritando adonde Jesús para despertarlo, seguramente no para que Jesús hiciera algo para salvarlos sino para que Jesús supiera que Su vida también corría un peligro eminente.
Para sorpresa de todos en la barca, Jesús se levanta y ordena al viento y a las olas que se calmen. La tormenta se detiene enseguida y todo queda tranquilo. ¡Imagínense la cara de asombro que ponen estos hombres ante tal despliegue de poder y autoridad! En ese instante Jesús los mira y les dice: "¿Dónde está la fe de ustedes?"
¡Qué fácil se nos olvida en quien hemos creído! Olvidamos que Jesús tiene todo el poder y la autoridad para salvarnos y socorrernos no importando la circunstancia en que nos podamos encontrar.
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Emanuel Betances / Se permite la reproducción citando la fuente
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¡Exquisito! ¡No se me había ocurrido que los discípulos no necesariamente despertaron a Jesús procurando auxilio para sí mismos!
ResponderBorrarGracias mi hermano! Un abrazo!
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