En las Redes Sociales Dios me ha permitido conocer muchos jóvenes apasionados por Jesús y que saben expresar esta pasión por medio del lenguaje escrito. Hoy les presento esta meditación escrita por un joven dominicano con quien Dios está tratando de manera muy especial en estos días... mi hermano
Andrés Del Rosario.
Bienaventurados los Pobres…
Por Andrés del Rosario
"Bienaventurados
los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos."
Mateo 5:3
Siempre he
escuchado entre la gente que hay cierto "beneficio divino" en ser
pobre. La mayoría de las veces se relaciona la pobreza con la humildad y las
historias de ricos que por su riqueza no quisieron aceptar la salvación hacen
que algunos afinquen más estas creencias. Sin embargo encontramos a muchos
"pobres" cuya inclinación pecaminosa y esclavitud al pecado no
podría estar peor frente a Dios. Es como si al final ser rico o pobre es
lo mismo frente a Dios (y realmente es así). Entonces, realmente, ¿cuál es la
realidad detrás de esta cortina de humo entre pobreza y bienaventuranza?
"...los
pobres..."
Al igual
que en cada parábola, cada detalle contiene un significado, y por ello es
pertinente conocer o recordar lo que implica "ser pobre". En
Wikipedia encontramos esta definición, muy acertada para mí, para que
entendamos la pobreza a la luz de la Palabra de Dios:
“La pobreza
es una situación o forma de vida que surge como producto de la imposibilidad de
acceso y/o carencia de los recursos para satisfacer las necesidades físicas y
psíquicas básicas humanas que inciden en un deterioro del nivel y calidad
de vida de las personas."
Las
palabras qué más me interesan en esta definición son: imposibilidad, carencia,
satisfacer, necesidades y deterioro.
Entonces, ¿cómo
puede ser bienaventurado, dichoso, afortunado quien tenga imposibilidades, o carencias,
o necesidades, o está deteriorado, o quién no puede satisfacer sus necesidades
básicas? ¿Hay respuesta lógica para esto? En ninguna manera, pero si existe una
respuesta divina:
"...bienaventurados
los pobres en espíritu..."
Existe una
pobreza más allá de la pobreza material, es la espiritual; es aquella que tiene
carencia de gracia, necesita recursos de misericordia, deteriorada por el
pecado, producto de su imposibilidad de acceso y/o carencia de los
recursos de justificación frente a Dios. Pero, ¿cuál es la realidad de nuestros
días? Es que, aunque la pobreza material en el mundo es multitudinaria, la
pobreza espiritual es muy poca; todos se creen "personas pudientes" y
"muy ricas" espiritualmente.
Te
preguntarás, ¿y cómo se es pobre espiritualmente? No nos
convertimos en pobres espiritualmente; en realidad todos los hombres son pobres
en espíritu pero el pecado del orgullo y de considerarse autosuficientes los
hace creerse ricos y esto no es único de los inconversos. Yo mismo me he creído
millonario muchas veces. Me he levantado en la mañana confiado en mí
"riqueza espiritual" y mi "independencia humana" y de
repente me he encontrado con esta expresión cuyo antónimo es "Desdichados
los ricos en espíritu".
Mi estado
espiritual frente a Dios sin su gracia es un estado de pobreza y eso debo
reconocerlo día a día, postrar mi corazón ante Dios y reconocer que necesito de
su gracia cada día, de su misericordia y recordar lo miserable y pobre que soy.
Cuando hago esto tengo que llorar por el dolor que me hace sentir mi miseria y
cada lágrima me recuerda lo deteriorado de mi ser fuera del sacrificio de la
cruz. Entonces encuentro consuelo cuando el Maestro me dice:
"Bienaventurados
los que lloran, porque ellos recibirán consolación" Mateo 5:4
Solo los
que día a día reconocen su pobreza espiritual pueden disfrutar de las riquezas
de su gracia y compartirla con otros.
Dice D.L.
Moody en su escrito "LA GRACIA SOBERANA":
Hay muchos cristianos que prácticamente limitan la
gracia de Dios. Es lo mismo que un río que fluye cerca; y nosotros podemos
tener todo lo que necesitamos, pero si no venimos y conseguimos un suministro
continuamente, no podemos repartirlo a otros.
Usted recuerda que los
israelitas recogían el maná fresco todos los días: no les estaba permitido
almacenarlo. Hay una lección aquí para nosotros los cristianos. Si nosotros
queremos ser fuertes y vigorosos, debemos ir diariamente a Dios y conseguir
gracia. Un hombre no puede tomar un suministro de gracia para el futuro más que
lo que él puede comer hoy para que le dure durante los próximos seis meses; ni
tomar suficiente aire en sus pulmones de una sola vez para sostener la vida
durante una semana por venir. Debemos extraer de los ilimitados almacenes de la
gracia de Dios de día en día, cuando necesitamos.
Yo conocí a un hombre
que vivía en la orilla del Lago Erie. Él tenía cañerías puestas hasta su casa
desde el lago; y cuando quería agua, todo lo que tenía que hacer era abrir la
canilla y el agua fluía. Si el Gobierno le hubiera regalado el lago, él no
habría sabido que hacer con éste. Así nosotros podemos decir que si Dios fuera
a darnos suficiente gracia para una vida, no sabríamos como usarla. Él nos ha
dado el privilegio de extraer desde Él día por día, no "a cuarenta días
vista". Hay gracia suficiente en el banco del cielo; nosotros no
necesitamos temer que llegue a agotarse.
¡Qué hermoso! ¡Dios quiere
que día a día reconozcamos que necesitamos de Él, que reconozcamos nuestra
pobreza espiritual y Él se deleita en desembolsar de sus riquezas en gloria
dispuesta para nosotros, Él nos ha regalado el reino de los cielos a través de
Cristo… ¡el Reino de los Cielos es nuestro! Bienaventurados los pobres
en espíritu porque de ellos es el reino de los cielos. A diferencia de
la pobreza material que "incide en un deterioro del nivel y
calidad de vida de las personas" la pobreza espiritual incide en
el crecimiento y calidad de vida del creyente.
¿Eres pobre en espíritu?
"Dios, Dios mío
eres tú, de madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
en tierra seca y árida donde no hay aguas." Salmo 63:1
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Por
Emanuel Betances / Se permite la reproducción citando la fuente
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